
La Red de Museos Municipales de los pueblos nació en 2007 de la mano de Maribel García. El proyecto invierte la lógica vertical de los museos clásicos para poner la lupa sobre la gente misma y que el espacio responda a la construcción de una identidad comunitaria.
En la búsqueda del reconocimiento y la reconstrucción de la memoria colectiva nació La Red de Museos Municipales de los Pueblos, un proyecto comunitario que sin proponérselo resignificó la figura del museo estático. Allí, los protagonistas no son colecciones ni cuadros, sino los objetos y las historias que se esconden detrás de ellos.
La fuerza motora que impulsó y desarrolló el proyecto la tuvo Maribel García, directora de La Red de Museos, con el apoyo de la Subsecretaría de Cultura, Educación y Turismo de Olavarría. En su afán de transformar esos espacios abandonados para que no fueran simples depósitos de objetos, le propuso al Intendente un proyecto en participación con la gente del pueblo, para que ellos se sintieran parte del museo y revalorizaran su propia historia.
Gracias a este fenómeno comunitario, desde 2007 se crearon siete museos: Colonia Hinojo, Sierras Bayas, Sierra Chica, Colonia San Miguel, Espigas y Villa Fortabat -Loma Negra (próximo a inaugurarse). Una de las características que los diferencia del museo convencional, es que son los propios habitantes de los pueblos quienes expresan a la Municipalidad el deseo de la creación de un espacio común. Ellos participan de todo el proceso de transformación del lugar, de recopilar los objetos, de crear y documentar los testimonios, y hasta de elegir al director del lugar.
Los encargados de los museos son vecinos de cada uno de los pueblos. No son personas especializadas en museología ni cultura, sino gente que quiere el lugar, lo defiende, y cuando hace una visita guiada lo puede contar desde su experiencia y su vivencia.
Para Maribel García, la creación de un museo vivo es como una labor antropológica en «donde hay que hacer un trabajo de campo viviendo y conociendo y no entrometiéndose en las historias de sus habitantes», porque la intención es que ellos sientan que cuentan sus propios relatos, que luego se verán en las salas.
La museografía de estos espacios surge de las entrevistas con los vecinos, de los relatos de los más ancianos, del registro testimonial, y de la donación de objetos que se clasifican a partir de la historia de sus donantes. Pero cada pueblo se nutre de un factor distinto a la hora de sentar los cimientos del proyecto. En algunos espacios los oficios se construyen como sello identitarios de la comunidad, como es el caso de los picapedreros que llegaron desde Italia a Sierra Chica a romper piedra en las canteras para hacer el adoquinado de todo Buenos Aires. Allí, se construyó el relato a través de la revalorización del trabajo artesanal que hacían estos hombres y en torno a las costumbres que el pueblo adquirió alrededor de la labor.
En el caso del Museo-Hogar de Villa Fortabat, las historias se cuentan a través de la fábrica que fue la que le dio vida al pueblo, de los inmigrantes que llegaban directo a trabajar a Loma Negra, y de los hogares que se construyeron alrededor de la cementera.
La fábrica se instaló en 1927. A partir de ahí, se armó un complejo de viviendas, el jardín y colegio para los hijos de los trabajadores, los almacenes, el cine cómo espacio de recreación, hasta llegar a forjar un pueblo de cuatro mil habitantes. El sentido de éste museo, que será inaugurado en los próximos meses, busca homenajear a los inmigrantes de más de 20 nacionalidades que cruzaron el océano a principio de siglo XX, y se instalaron en Loma Negra.
Esta nueva visión sobre museo vivo recibió en 2011 una mención del Primer Premio Iberoamericano de Educación y Museos. Es el reflejo de un fenómeno educativo y participativo que se viene manifestando y transformando a nivel mundial: trabajar la identidad, y la memoria desde un proceso participativo. Resignificar el espacio museo, ya no como un lugar estático dónde se exhiben objetos, sino dónde se dan procesos sociales, de reflexión, comunión y sobre todo inclusión.
La Red de Museos funciona activamente todo el año y trabajan todas sus sedes en conjunto realizando eventos itinerantes, utilizando el espacio para la inclusión de todas las edades y grupos que habitan estos pueblos. Uno de los eventos anuales más esperados por todos los museos es el de los Cincuenta que Cuentan. Durante tres días se reúnen narradores de todo el país, junto a invitados internacionales, que recorren los pueblos aledaños a Olavarría y narran historias en los distintos museos, calles, y locales.
A partir de la llegada de estos museos al pueblo se genera una nueva construcción alrededor de sus cimientos. Un nuevo espacio les da un lugar para realizar talleres, para crear actividades, y sobre todo para llevar a una sala costumbres que se fueron perdiendo y quieren ser revalorizadas. Tal el caso de las abuelas que intercambiaban sus recetas, los desfiles de sombreros, los oficios que fueron desapareciendo, y dar un espacio para que los jóvenes también puedan expresarse.
El museo atraviesa los muros y sale a las calles, al almacén, a la verdulería, a la despensa. Esto fue una idea de Maribel, de querer acercar material que contara alguna historia sobre la construcción del pueblo. «La gente mientras estaba esperando su turno para ser atendido – dice -, no tenía otra opción que empezar a mirar o a leer de a poquito y a partir de esa acción que fue muy significativa, se empezaron acercar otras personas que querían llevarse a sus locales, cosas que también le pertenecen a ellos. Por eso nuestros museos son comunitarios, porque los objetos les pertenecen a la gente del pueblo».
La construcción de estos espacios se basa en la integración y la comprensión del modo de vida de distintos grupos (como en el caso de Loma Negra, que decidió dar un lugar a los jóvenes skaters, a cambio de que ellos cooperaran en la restauración del espacio). Más aun, reflejan un sentido de la cultura como medio y como mensaje, como transmisor de valores, como espacio constante a la reflexión crítica y en dónde la experiencia para el visitante crea un diálogo no sólo desde la intelectualidad, sino también desde la afectividad.
Tiene que ver con volver a mirar quiénes somos, como lo que sucedida en las viejas tribu cuando terminaba su día y se reunían alrededor del fuego y contaban las historias del día», señala su directora. «No somos museos pensando sólo un pasado que quedó allá y que nosotros proyectamos. Somos un presente que contamos nuestro pasado y también pensamos en un futuro.»
Exponer Historias
Agustina Lipovich y Eleonora Cardoso son las curadoras responsables del proyecto del Museo Hogar – Villa Fortabat. Para ellas el desafío a la hora de pensar una curaduría hecha sobre historias y relatos se centra en poder capturar la voz testimonial respetando la mirada del otro.
«Cuando se trata de personas, uno debe estar atento a ser un canal, para poder encontrar los dispositivos adecuados que permitan expresar la voz de cada uno de los integrantes de pueblo. No es hacer una lectura sobre la historia, porque la historia tiene tantas miradas como personas que la vivieron. Es convertirse en un posibilitador para hacer convivir esas historias, haciendo foco en lo simple y lo cotidiano», explica Lipovich.
Para este tipo de museos, los objetos son evidencias, marcas y pruebas de testimonios de vida. El objeto no funciona como interrogatorio por sí solo, sino que el valor yace en lo pedagógico, en el contenido de sus valores para el destinatario que lo recibe, y el relato que lo enmarca. Agrega Lipovich que «el punto de partida es el testimonio de las personas. A partir de eso, se trabaja con las múltiples miradas de los temas más emblemáticos que atraviesan a la vida de todo el pueblo: una fábrica que fue el motivo de arribo, un cine donde ha llegado a visitar Marcello Mastroianni quedando en el recuerdo de todos, un padre común, un jardín al que fueron todos los niños.»
Mientras a nivel mundial se sigue debatiendo las formas de acercar el museo a los visitantes y de integrarlos a la sociedad, este tipo de proyectos comunitarios plantea una nueva serie de paradigmas que ponen a estos espacios cien por ciento al servicio de la expresión y la identidad colectiva.
Foto: Eugenia Santa Coloma
7 COMENTARIOS DE LECTORES
¿QUERÉS COMENTAR?Pingback: Dossier Cultura y Comunidad | Periodismo para artistas, gestores, emprendedores, organizaciones y proyectos culturales 3 May, 2014
[…] los disparos se mezclan con los tambores. A nivel local, Eugenia Santa Coloma se ocupó de la Red de Museos Municipales de Museos – un proyecto que invierte la logica vertical de los museos clasicos para poner la lupa sobre […]
Quisiera mas información por favor sobre como empezar estos emprendimientos.
Pingback: EC #1 – Cultura y Comunidad – Sumario | Periodismo para artistas, gestores, emprendedores, organizaciones y proyectos culturales 11 Jul, 2014
[…] Red de Museos Municipales de los Pueblos. Museos vivos y comunitarios […]
Pingback: Red de museos municipales de los pueblos. Museos vivos y comunitarios (1 de 2) « Red Nacional de Gestores Culturales 21 Sep, 2014
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Pingback: Red de museos municipales de los pueblos. Museos vivos y comunitarios (1 de 2) « Red Nacional de Gestores Culturales 27 Ene, 2015
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Me parece buena idea crear este tipo de Museo y toda idea que haga que los Museos avancen y no se detengan en relación con estar vivos y que la comunidad se identifique con ellos. Pero me parece como mucho el artículo cuando dice «Los encargados de los museos son vecinos de cada uno de los pueblos. No son personas especializadas en museología ni cultura, sino gente que quiere el lugar, lo defiende, y cuando hace una visita guiada lo puede contar desde su experiencia y su vivencia». Creo que una cosa no debe quitar la otra, se deben sumar, sino nadie debe ni estudiar ni capacitarse, a nadie le gustaría me parece ir a atenderse a un Sanatorio u Hospital con una cangrena y que lo atienda un vecino y le relate su historia no?…
de acuerdo con edgardo zuccato.