Peña Los Cumpas. La capital de Jujuy en Buenos Aires

Cuando los hermanos Barco llegaron de San Salvador de Jujuy a Buenos Aires allá por finales de los ‘90s, el vínculo de la ciudad con el folklore era escaso como mínimo. Tiempo después, en 2003, estrenaron su peña Los Cumpas. Once años después, son un referente y músicos de todo el país y de la región pasan por sus escenarios.

El 9 de agosto, Los Cumpas iba a montar su tradicional ceremonia de La Pachamama, pero cuestiones de papeles en el lugar elegido hicieron que hubiera que cancelar la cita. Finalmente, en otro espacio el 22 de agosto decidieron hacer festejo doble: la ceremonia de la Pacha + El Éxodo Jujeño.

Una pareja de copleros inició la ceremonia temprano, cuando además todavía es posible conseguir mesa. Tomás Lipán y Bruno Arias, entre otros, subieron al escenario y le dieron duro hasta la mañana siguiente. La eterna señora Elena coordinó la cocina que despachó cientos de locros, tamales y empanadas. El público llenó la pista y bailó, porque como corresponde en una peña jujeña que se precie, se baila.

Fabio Barco siempre vuelve para Jujuy después de cada peña, Nelson vive en Buenos Aires y es quien entra por la puerta y se sienta sonriendo. Es el momento bisagra de la semana donde va quedando atrás el cansancio de la maratón peñera y renace las ganas de empezar de nuevo. La entrevista tomó lugar la mañana del martes siguiente en un tradicional café del centro porteño. Afuera Corrientes y Callao, adentro Jujuy.

Barco estuvo en agosto en Jujuy para las festividades, donde se cruzó con unos músicos conocidos suyos. Charlando con gente que venía de Buenos Aires, el Capi Nieva (uno de los músicos locales) les reprochaba “¡Cómo no conocés la peña Los Cumpas! ¡Es la capital de Jujuy en Buenos Aires!”. Barco plantea que “nosotros no dimensionamos” lo que significa la peña. “Nosotros a la vez que difundimos esto difundimos el turismo de nuestra provincia. También cumplimos ese rol”

La mística del encuentro

Barco dice que en la distancia los une la música, el baile o ceremonias como la de la Pachamama. Nelson había llegado primero para estudiar Comunicación Social (con orientación Relaciones Públicas) en la UBA, antes de pasarse a Ceremonial. Fabio llegó más tarde también a Comunicación Social y hoy es locutor y el presentador de Los Cumpas.

Por ahora, el sueño de un espacio fijo sigue siendo eso. Los Cumpas es itinerante desde que nació, más allá de haber tenido lapsos de larga estabilidad en un solo sitio. Todo comenzó hace once años. Fabio se juntó con un grupo de jujeños y planteó por qué, ante el faltante en la ciudad de espacios afines, no armar ellos una peña. Así fue como la primera entrega se hizo en Casa Amarilla, en La Boca. “Fue un éxito, y así mi hermano que no tenía amigos en capital más allá de sus compañeros de la facultad pasó a tener más amigos que yo”, cuenta Nelson con una sonrisa que parece jamás abandonarlo. Después estuvieron también en el club Comunicaciones, en Huracán, en el Teatro Verdi, en la Federación de Box para los aniversarios (donde llegaron a meter 2500 personas), en el Centro Asturiano.

Hacen pruebas de sonido exhaustivas, explica Barco, porque quieren que las bandas suenan bien, que se puedan lucir. “Nuestro objetivo, nuestra misión, es el desarrollo cultural”, entre los cuales están la difusión de músicos jujeños. Los cumpas son los amigos especiales. El slogan inicial era “Peña Los Cumpas, donde se encuentran los amigos”.

“Es una peña familiar, donde viene gente joven, gente grande, donde vienen los amigos”. Barco recuerda la anécdota de un flaco que una noche se acordó tarde de salir y como no conseguía compinches que lo acompañaran, decidió ir con su madre. “Hay gente que viene por primera vez, que se anima a ir sola, y termina con muchos amigos”.

El triángulo virtuoso

¿Cómo es una noche en la peña del otro lado del mostrador? “Correr, correr y correr”

El proceso de la peña tiene un antes, un durante y un después. La peña dura toda la noche y terminan de cerrar en realidad al mediodía siguiente. La señora Elena, presente desde el inicio, coordina la cocina. La barra tiene que atender todo lo que es bebidas. Un viñedo mendocino les propuso un acuerdo en el cual produce el vino Los Cumpas, cada uno con una etiqueta característica (el Malbec con la imagen de la Quebrada de Huamahuaca, un blanco con la imagen de las salinas, el Cabernet con las yungas, etc).

El precio de la entrada no es una entrada sino un “derecho de espectáculo” y Fabio es quien se encarga del vínculo con los artistas. Constantemente les llega material de todo el país, de músicos que quieren estar. Para Barco, parte del respeto a los músicos está en que “vos tenés que tener en cuenta que los artistas que tocan en la peña viven de esto y hay que pagarles lo que ellos piden”.

“El éxito de la peña es un triángulo: los artistas que ponen su música, la gente que viene y nosotros”, pero ese éxito hace que a veces no se comprenda el esfuerzo que implica ni que Los Cumpas no es un negocio. “Esto no es una ONG ni algo comercial”, remarca Nelson, sino que “somos un emprendimiento social”. Y si de vil metal se habla, la constante es la inconstancia. Por eso, para la subsistencia de Los Cumpas Barco dice que “vos tenés que saber guardar cuando te va bien para cuando te va mal”.

Los Barco desde el principio decidieron que no iban a empapelar la ciudad y son estrictamente un fenómeno del boca a boca. “Nuestros cómplices son la gente misma; la gente difunde la peña”, y eso ha sido así desde siempre. Así se construyó la mística de Los Cumpas, que abarca tanto al público como a los músicos. En la última peña, el grupo andino Chijra que originalmente no estaba en la programación por tener otros compromisos ya asumidos, cumplidos estos fue de todos modos y pidió si se le podía hacer un lugar para subir al escenario. Fabio los anunció finalmente como una sorpresa, el público se quedó para escucharlos a las seis de la mañana y hasta Bruno Arias subió a tocar con ellos.

Estuvieron un tiempo largo en el Centro Asturiano, y había tema con los vecinos porque el lugar no estaba bien acustizado, y entonces decidieron ir a hablar con ellos (muchos todavía inmigrantes asturianos de primera generación) para poder conocerse y llegar a un acuerdo. “Sabemos que tenemos que tener contacto con el lugar, con el entorno”.

Uno de los temas del momento tiene que ver con la cantidad de espacios culturales que han sido inhabilitados por carecer de una legislación que los entienda y ampare. La gente que legisla muchas veces no conoce el paño, acota el cronista, y no diferencia una discoteca de una milonga de una peña, y por eso falla en ver el panorama más amplio, “la identidad cultural, los valores de transmisión”. Barco cuenta que cuando va gente nueva “se sorprende de ver tantos jóvenes bailando folklore. Eso, como la gente no conoce, no lo valora. Entonces, como no lo valora, no se da cuenta que es una forma de inclusión. (…) La peña es integradora”.

Después de once años, mirar para atrás y ver lo construido, Barco hace una pausa breve, sonríe una vez más: “hace que te sientas querido”.

Foto: Diego Braude

AUTOR

DIEGO BRAUDE. Licenciado en Artes Combinadas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Periodista y documentalista. Crea y dirige Imaginación Atrapada desde 2005, proyecto seleccionado como mejor revista de teatro en los Premios Teatros del Mundo. En 2013 estrenó su largometraje documental “Fabricantes de Mundos” y desde 2011 ha escrito en el diario Página/12 y la revista Acción.

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