
San Telmo. Noche. Calles empedradas. Cochabamba 444. Club Belgrano. Desde adentro camina hacia afuera el murmullo de voces y de música. Es Cocha, son Los Jueves de Ana Postigo. Su fundadora falleció hace tres años, pero el colectivo de amistades y alumnos decidió continuar. “Es un lugar de encuentro, de amigos, de pertenencia, de contención”.
El cronista está tomando clases de tango desde hace unos meses, pero todavía no le da para sumarse a la pista. Ese jueves, lo dedica al vino y observar. Mira los estilos (antes no lo hacía), presta atención a la música (antes no lo hacía). Uno de los anfitriones de Cocha recorre la pista anunciando cual ring de box con un cartel al artista de la tanda que sigue. La pista se llena, cada pareja (algunas se mantienen, otras cambian de tanda en tanda), cada tipo de cuerpo, marca un estilo, un ritmo. Abundan las sonrisas. Sobre un escenario donde está la consola de audio, los Postigos, los dueños de casa. Por el lugar se multiplican mesas, gente que se saluda en grupo. En Cocha no va la onda cabeceo(la mítica señal tanguera por la cual un hombre propone a una mujer salir a sacarle viruta al piso) para sacar a bailar, sino que te tenés que acercar para invitar.
Unos días después, de nuevo San Telmo, pero esta vez es mediodía. El cronista hace tiempo hasta la hora de la entrevista. María Chinnici, la Quini, abre la puerta. Su departamento está lleno de pequeños detalles y objetos, de fondo suena un tango detrás de otro. Quini es el miembro más antiguo del grupo que continuó el trabajo de Postigo, de quien fue alumna y amiga.
Era 2004, Quini dice que por aquel entonces “no bailaba nada, de nada, de nada” y decidió con una amiga tomar clases de tango. Preguntando dónde, les habían dicho “hay un lugar, no sé si les va a gustar, porque es medio chiquito, de barrio”. Así llegaron a las clases de Postigo, “una chica Almodóvar total”. Quini nunca más se fue.
En Cocha lleno es lo usual, pero el que piense que la levantan con pala se está equivocando fiero. La barra queda para el club y la milonga es a la gorra. Con los ahorros de estos años, pudieron sí actualizar el sistema de audio y editar un libro homenaje a Postigo que ahora está comenzando a ver la luz. Quini saca un ejemplar y el cronista comienza a hojearlo. Hace años, Quini se convirtió en la fotógrafa oficial de los jueves. Tiene almacenadas miles de imágenes en base a las cuales fue armado el libro.
Postigo hablaba de un tango que no fuera solemne, de un tango feliz. Los Postigos continúan esa tradición. Para Quini, “el tango no es solamente el tango que uno escucha o que baila, sino que estamos nosotros ahora charlando con el mate y también tiene que ver con el tango, o encontrarse en un bar, o la forma que tiene uno de relacionarse con la gente es tango, tiene que ver con la identidad”.
El espíritu de Los jueves de Ana, dice Quini, llevaba naturalmente a que se fuera armando un grupo. Diseñadora, empezó a colaborar con la gráfica, otros que eran actores o cantantes comenzaron a aportar desde lo musical. “Cada uno tenía su lugarcito” y este colectivo que se fue armando se fue conformando como el sello del Cocha. “En Cochabamba todos somos alguien”.
Dicen que el tango te cambia la vida, resultado de un embrujo particular que lo suele sobrevolar y que va más allá de cualquier moda posible. En Buenos Aires, el dinero queda en las cenas-show preparadas para el turismo internacional, pero el fenómeno social se da en las milongas (las cuales han en estos años sufrido numerosas clausuras, como otros espacios culturales, por la falta de una legislación cultural que las contemple y que permite a los inspectores una amplia discrecionalidad). Hay gente que no se acerca jamás. Quini afirma que “el tango todo es medio loco, hasta que te metés, te pica el bichito y no podés parar. (…) A mí me atrapó Cochabamba. Y Ana. Ana decía una cosa: ‘Cada uno tiene su tango’. Y ella decía que, como maestra, quería que cada uno encontrara el suyo”
Cuando murió Postigo repentinamente en 2011 el golpe fue duro. El cronista pregunta si había acuerdo en que el grupo siguiera con Los Jueves. “La que mas dudó fui yo, porque tenía tanta tristeza que no podía creer lo que estaba pasando”. Pero las ganas de continuar con el trabajo iniciado por Postigo fue más fuerte y aprendieron a tomar las decisiones en colectivo.
“En Cochabamba es feliz jueves. Es tango feliz. Vos ves la gente que se está muriendo de risa, o que se está abrazando contenta. Eso es lo que queremos que sea la identidad del Cocha”. Cuando se entra a Cocha, es fácil identificar que el colectivo anfitrión, Los Postigos, se sientan arriba y alrededor del escenario, pero “no es una cuestión de estoy arriba, estoy abajo”. La consola de audio está arriba del escenario. Postigo se ubicaba ahí para pasar la música y el resto quedaba abajo y empezó a pedir “vénganme a hacer la onda. Están todos allá lejos, yo no los veo, no me dan pelota, estoy sola con la música, no sean ortos. Las chicas decíamos ‘no, no, porque si no no nos sacan a bailar’”. Pero pasó el tiempo y empezó a ir más gente, y entonces tuvieron que ceder su mesa “porque el dueño de casa, ¿qué hace? Le deja el asiento a la visita. Ella chocha, porque con ese yeite de que llega la visita nos llevó para ahí”.
La milonga termina a las tres y todos saben cuando se va aproximando el cierre. “A mí lo que más me gusta es cuando en las últimas tandas está todo el mundo bailando y veo las sillas a los costados vacías”.
De semana a semana se responden consultas sobre si se pueden reservar mesa, que cuánto cuesta la clase, que si hay músicos. Los martes se manda un mailing con la foto semanal y el jueves se manda el mailing del Jueves Feliz, con otra foto, y el viernes un último mailing semanal con alguna foto de la milonga de ese jueves.
“Cada jueves es navidad. No, pero que el jueves es el día más esperado de la semana te lo prometo”. De todos modos, Quini cuenta que sin importar cuántas veces se llene Cocha, todos los jueves piensa que no irá nadie.
El reciente cierre del Bar Británico rompió la tradición histórica postmilonga, de ir a por un sandwich de jamón crudo, queso y tomate y un café con leche. Ayudaba a bajar el acelere de la jornada y la charla sobrevolaba, dice Quini, los más diversos temas, “era desopilante”.
Mientras la charla va, el cronista hojea el libro homenaje. “Ahí está, estaba contenta”, señala Quini una foto. Pero ese estar contenta no está sólo ahí, se replica en las cientos de imágenes que pueblan esas páginas. “Un deseo… Que lo que hizo Ana se mutliplique y que ella no sea olvidada. Me gustaría que su imagen y lo que ella fue, como está sucediendo, la trascienda. Yo quiero que la mayor cantidad de gente posible sepa quién fue Ana, qué hizo, lo bien que nos hizo a todos nosotros y lo agradecidos que estamos con ella. Que eso se multiplique sería mi deseo”.
Fotos: Gentileza Los Jueves de Ana Postigo
3 COMENTARIOS DE LECTORES
¿QUERÉS COMENTAR?Pingback: Emprende Cultura #5 – Espacios culturales autogestionados - Sumario 24 Sep, 2014
[…] de los Sueños. Este nombre solo ya resume un poco la identidad de todas estas voces. Que son Los Jueves de Ana Postigo, una milonga en el corazón de San Telmo que trascendió el fallecimiento de su creadora donde la […]
Me emocionó tu nota, Diego. Gracias.
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