
El cronista había tenido una primera reunión con Monina Bonelli hace unos tres años para un proyecto que no prosperó, cuando La Casona Iluminada (Corrientes 1979, Buenos Aires) recién se iniciaba. Tres pisos, infinidad de habitaciones esperando, presupuesto bien gracias y una de las preguntas clave era cómo llenar los espacios del lugar. Tres años después, el cronista volvió para otra nota.
Un domingo, el día de Teatro Bombón, el ciclo bimestral que se define como festival permanente y que incluye ocho obras cortas para elegir como menú dominical. Por La Casona transitaban gentes de aquí para allá. Ruido, risas, charlas, conocidos saludándose, amigos encontrándose para un espectáculo, mucho movimiento, el anuncio de la siguiente función; los tres pisos que para el visitante parecen no tener límites visibles se llenaron y en la Casona Iluminada, valga la redundancia berreta del cronista, ya entraba luz por todos lados.
El día de la entrevista es jueves al mediodía en La Casona Iluminada. Hay ensayos en un espacio, clases en otro, Bonelli se está probando maquillaje para una obra, hay reuniones, los miembros del equipo de trabajo de La Casona parecen multiplicarse y ocupar todos los rincones.
Todo empezó cuando la dueña de La Casona del Teatro, Beatriz Urtubey, enviudó y decidió ceder el lugar para que otro continuara la tarea. Maruja Bustamante, directora, dramaturga, actriz y usual socia para el crimen de Bonelli, le hizo llegar el dato de que Urtubey estaba poniendo en alquiler La Casona. “Le dije ‘pero no tengo un mango para alquilar eso’”. Maruja le insistió: “andá igual”.
Al principio era sólo el espacio de la planta baja, más tarde se agregaría el resto del edificio. Bonelli estuvo buscando socios durante un tiempo, para poder trabajar juntos pero que también contaran con el capital para poder entrar. Finalmente, dio con la familia Carreras, de larga tradición teatral. Cuando estaban por alquilar, se abrió también la posibilidad de alquilar el espacio de los pisos que hoy ocupa La Casona Iluminada y convinieron entonces que los Carreras trabajaran la planta baja y Bonelli y Bustamante las plantas superiores. En total, todo el proceso tomó seis meses. Bonelli ya había coordinado el teatro El Cubo, pero ahora se enfrentaba al desafío de un laberinto Art Nouveau para nada convencional en plena calle Corrientes.
“Siempre fui bastante megalómana, como buena enana”, dice sonriendo Bonelli, que en Teatro Bombón también actúa en una obra y dirige otra. Monina habla rápido, una idea se enlaza con la siguiente que dispara una tercera, antes de que la cuarta retome la primera. El director Cristian Scotton – junto a Bustamante socio de Bonelli en La Casona y junto a esta última el otro responsable de Teatro Bombón, donde asimismo dirige su propia obra -, habla menos y más pausado, pero es apenas una cuestión de estilos. Bonelli y Scotton se conocen y complementan desde que trabajaron juntos en El Cubo (Scotton era el asistente de producción, aunque Bonelli insiste que todo lo que hacía excedía en largo sus funciones oficiales). Scotton pasó luego a ser el productor ejecutivo del Centro Cultural Kónex, antes de conformar el triunvirato de La Casona Iluminada. Además, Scotton y Bonelli están en la Bienal de Arte Joven de la Ciudad de Buenos Aires, asesorando en Artes Escénicas y a cargo de la Producción General.
Haciendo andar el tren
Un día típico en La Casona Iluminada:
6:30hs llegan Leonor o Gladys. Abren. Empieza la limpieza
7:30hs llega la gente del Instituto Superior del Teatro Colón (Durante las mañanas hasta las 12, el 70% del espacio está tomado por el Colón)
10hs Llega Sol Salinas, la Coordinadora General
15hs Llega Recepción, que sigue hasta la noche
Por la tarde, hay varias clases, ensayos o alquileres sueltos
18hs Llegan del Centro Cultural Ricardo Rojas
Los viernes, sábados y domingos, a partir de las 20hs están los espectáculos
Julia Laurent se encarga de la comunicación, pero también de la programación y el vínculo con los elencos. La coordinación de salas la lleva adelante Euge Tobal.
Bonelli dice que a veces puede generar una idea equivocada entrar a un espacio como La Casona Iluminada, una elegante casa antigua. “Decís ‘esta se está forrando’. No, puse toda la guita que tenía para que la pared esté pintada. Y tampoco me hago la mártir, ni en pedo. Lo que digo es que estamos justos”. La realidad es una mezcla de ingenio, esfuerzo a lo bestia y una estructura prolija y clara de trabajo que después de tres años finalmente ha conseguido que el balance de ingresos y egresos deje de dar rojo. De hecho, el actual ciclo Teatro Bombón no posee apoyo estatal de ningún tipo y se financia con capital proveniente de las tareas de la propia Casona.
“Tratamos de armar estructuras de trabajo claras”, dice Cristian. Todos los que trabajan en La Casona cobran, y Scotton agrega que “no somos una gran cooperativa, somos más piramidales” donde el delegar tareas y la buena comunicación son esenciales.
La tragedia de Cromagnón puso la lupa sobre los aspectos regulatorios de los espacios culturales. Todos vienen en distinta medida sufriendo desde entonces leyes que no los explican (un teatro montado sobre un viejo PH no es lo mismo que un boliche donde se baila, que no es lo mismo que una milonga o una peña, que a su vez no son lo mismo que un centro cultural multipropósito). Pero esto también ha hecho que lentamente se preste más atención a la manera en que se lleva adelante un sitio cultural y el trabajo que implica. Para Scotton, ellos pertenecen a una nueva generación de gestores, “que estamos pensando la manera de que funcione mejor también económicamente”. La Casona Iluminada está encuadrada como espacio teatral y es parte de Escena (Espacios Escénicos Autónomos).
Dentro de lo que debe estar claro, Scotton refiere a la claridad en los acuerdos con los artistas. Por caso, en lugar de alquilar la sala o cobrar un seguro, apuestan a la coproducción (otros espacios como el teatro Beckett también lo hacen) y comparten el bordereaux.
Juntos a la par
La entrevista transcurre en el segundo piso, en una habitación con mesas y sillas que es una suerte de descanso. Chorros de luz ingresan por las ventanas de las habitaciones contiguas que dan a la calle.
El nombre del espacio, al que Monina define como de artes escénicas en cruce es una combinación de La Casona que dirigiera Beatriz Urtubey y Casa Encendida, de Madrid. Bonelli enfatiza que lo de ellos es un anfitrionato, “nosotros tenemos la misión de que toda la gente que pase por este lugar se siente bien, acogida, en su casa, bien tratada. O sea, la ciudad es completamente hostil, te tratan mal en todas partes; tenés que poder ir a un lugar donde la gente trate de facilitarte las cosas”.
Bonelli y Scotton saben que cada entorno necesita encontrar su identidad, aquello que funciona ahí y termina por caracterizarlo. Bonelli siente que armar un evento sigue el concepto de reunión – “igual, uno propone y la gente dispone” –. Para ella, eso implica distintas formas de habitar el espacio, “¿es de circulación? ¿Es todos juntos? ¿Es distante? ¿Es pegados, transpirados y refregándonos? (…) El festejo y el encuentro son instancias muy importantes de la vida”.
¿Cómo consiguieron que la gente se fuera acercando? “Llamándolos por teléfono”, responde Scotton. La arenga fue para atraer al público y las Arengas fueron una de las primeras apuestas de La Casona, con una intervención total y variada del entorno y duraban toda la noche. La preparación los dejaba exhaustos. Monina refiere a esa doble arenga inicial (la acción y el ciclo) como un “rito iniciático”.
En cualquier caso, atraer público siempre es un desafío. Para Scotton, “todos tenemos dos meses de amigos, pero hay que trascender esa instancia. Si no, seguimos haciendo teatro para teatreros. Que no está mal, pero por lo menos lleguemos al segundo cordón de teatreros”. “Para que vos puedas generar un espacio en el cual la gente viene al espacio”, explica Bonelli, “tenés que estar un montón de tiempo remándola y metiendo goles”. Eso significa, dice Scotton, “bancarse cuando tenés dos o tres funciones a mitad de sala o menos de mitad de sala, porque el tiempo también tiene que ver. La permanencia hace que el público se acerque también”.
Foto: Gentileza La Casona Iluminada
1 COMENTARIOS DE LECTORES
¿QUERÉS COMENTAR?Pingback: Emprende Cultura #5 – Espacios culturales autogestionados - Sumario 5 Nov, 2014
[…] jujeñas; La Tribu, que empezó como una FM y hoy va mucho más allá de ser un medio alternativo; La Casona Iluminada, cuyos gestores la definen como un lugar de “artes escénicas en cruce”. […]