
El 23 de septiembre de 2012 la fotógrafa Cecilia Estalles salió con su cámara a fotografiar el primero de una serie de cacerolazos que marcaron durante el siguiente año la presencia en las calles de un sector de la sociedad que salió a manifestar con distintos grados de reclamo o enojo su posición frente al gobierno nacional. En una sucesión de eventos que tomó apenas horas Estalles subió las fotos tomadas en la marcha a su perfil de Facebook, estas fueron denunciadas y censuradas, Estalles recibió amenazas personales y a su familia, recibió la solidaridad de colegas y finalmente sus fotos se viralizaron por distintos métodos online (con libertad total para que cada usuario las republicara) al tiempo que salían en Revista Anfibia ilustrando la nota escrita por Máximo Badaró. Poco tiempo después nacía el Movimiento Argentino de Fotógrafos Independientes y Autoconvocados (M.A.F.I.A). ¿Hubiera podido ocurrir algo semejante a tal velocidad diez o veinte años atrás?
Publicaciones gráficas y online como Le Monde Diplomatique, Página/12, Anfibia, Hecho en Buenos Aires, Revista Mascaró, Revista Mu o Lateinamerika Nachrichten – entre otras – tienen imágenes de M.A.F.I.A en sus páginas. Su estudio se encuentra en Almagro, en uno de los espacios de una casa hoy muy pintoresca que alguna vez debió ser un conventillo. Los cuatro representantes del colectivo (a punto de conformarse oficialmente como cooperativa) piden al cronista que no utilice nombres personales, sino que en cada cita sea atribuida a M.A.F.I.A.
A partir del incidente, se terminó conformando primero un grupo cerrado en Facebook, donde los distintos fotógrafos que habían entrado en contacto comenzaron a intercambiar opiniones y a pensar cómo cubrir el siguiente cacerolazo en forma colectiva. Ninguno se conocía – ni siquiera la mayoría eran fotoperiodistas -, “no teníamos idea de quién era el otro. Así es que se da una reunión previa al cacerolazo del 8 de noviembre. Se acuerda que no pueden ir todos, sino que van a ir algunos. Ahí se dan algunos lineamientos – no teníamos mayor idea más que que no queríamos estar solos en cada uno de los puntos de concentración -”. Así surgió lo que podría decirse fue un primer protocolo de trabajo con algunos puntos básicos que incluía teléfonos para estar comunicados, no moverse aislado del resto, que al regresar cada uno a su casa subiera sus fotos a un Dropbox (sistema para compartir archivos de manera sincronizada entre varios usuarios) y que la firma sería colectiva. La firma surge primero “como una idea de protección”, que después devino “en un valor mucho más grande”.
Fue en esa primera cobertura grupal que volvieron con un hallazgo: el odontólogo Ricardo Barreda – condenado en 1995 por el asesinato de su familia y que desde 2011 goza de libertad condicional – protestando contra la inseguridad. La repercusión de su trabajo los sorprendió y les gustó la experiencia, lo que los llevó a plantearse que querían hacia delante.
El grupo había sido de más de treinta y de los 16 que fueron a cubrir el cacerolazo surgió la conformación definitiva, que hoy se ha reducido a un núcleo sólido de 10 que se junta en asambleas semanales, además de lo que califican de hipercomunicación (Facebook, WhatsApp, etc). “El laburo del fotógrafo suele ser bastante solitario. De repente, apareció un mecanismo de laburo de mucha contención y de mucho disfrute”. El mecanismo colectivo también les permitió una presencia que, cada uno por su cuenta, hubiera sido prácticamente imposible. En este último año cubrieron manifestaciones, tomas, eventos como la presentación del Indio Solari en Gualeguaychú, la represión en el hospital Borda que dejó a uno de ellos con un balazo de goma en el cuerpo, los incendios en Córdoba y una larga lista de etcs.
Pero, ¿cómo se arma la curaduría de una cobertura donde cada fotógrafo puede llegar a volver con cientos de tomas y hay que reducirlas a una cantidad que permita una autoría unificada? Al principio “teníamos una comisión editora, que después se diluyó. Era rotativa, entonces vos cumplías un ciclo. Eran cuatro, al principio, que eran los que se juntaban a editar – por consenso, también, es la manera en que nos manejamos -. (…) Ahora lo que hacemos es ‘hay que editar esto, ¿quién puede?’”.
El armado de un colectivo implica construir la confianza en el otro, “aprendimos que no había bien o mal. Que dependiendo de quien estuviera en la edición iba a ser distinta, pero iba a ser la edición de M.A.F.I.A”. Es también lo que ocurre a la hora de armar la producción de un trabajo, con los roles y las funciones tornándose intercambiables. De la misma manera, dicen que M.A.F.I.A es la suma de sus partes, pero también aporta e influye sobre el crecimiento de cada uno de sus miembros.
“No estabas cediendo tus fotos, sino ganando las de todos los demás”, fue una de las cosas que se plantearon para entender la lógica colectiva. Cuando hicieron su muestra aniversario en 2013 en Espacio Cabrera, antes de abrir las puertas hacían el chiste de qué iban a decir cuando los familiares preguntaran a cada uno por la autoría de cada imagen (al carecer de firma individual); la respuesta fue “todas. La respuesta natural habría sido ‘ninguna, son todas de M.A.F.I.A.’, y entonces decidimos darlo vuelta, decir ‘todas’”.
Libre circulación y la multiplicación
Las fotografías de M.A.F.I.A. están registradas con licencia Creative Commons, permitiendo su libre utilización y circulación. Explican que “nos dimos cuenta que una de las cosas que nos rigen es la libre circulación de la información”. En la licencia seleccionada por M.A.F.I.A., no obstante, eso es así siempre y cuando no implique un uso con fines comerciales para evitar abusos por parte de medios que podrían utilizar sus fotografías sin pagar por ellas. Ahora, en tiempos de alta precarización laboral en el rubro periodístico, no faltan casos como ocurrió con la foto de Barreda: el diario El Día, de La Plata, publicó la foto con marca de agua del propio periódico.
Sus seguidores se han incrementado trabajo a trabajo y eso ha generado que a través de las redes las imágenes no sólo se compartan, sino que vayan generando interactividad y respuesta. En 2013, durante los días que la inundación se apropió de las historias de Buenos Aires y La Plata, fueron a la capital bonaerense a registrar lo sucedido. “En una de las fotos, en un comentario, ponen ´este es mi abuelo, hace un día que no sabemos nada de él’. Le escribimos por privado, que lo habíamos visto, que habíamos estado con él, que había alguien ayudándolo”.
Por otra parte, la tendencia marca la aparición de un número cada vez mayor de colectivos periodísticos en la región (en fotografía, la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina incluso ha comenzado el proceso de aceptación de estas formaciones). Los M.A.F.I.A. se relacionan localmente con Sub, cooperativa fotográfica que ya lleva más de diez años trabajando, también participaron como invitados especiales de la ya establecida Feria de Fotografía de Autor. También con los brasileros de Midia Ninja (Narrativas Independentes, Jornalismo e Ação), quienes los invitaron a un encuentro en Brasil que, a su vez, los ayudó a entablar relación con otras iniciativas de distintas partes del globo.
Los ingresos les han permitido llegar a balance cero, “ni ponemos, ni sacamos”. De todas maneras, al preguntárseles al respecto, aclaran que no se plantean vivir de M.A.F.I.A. Hablado en su momento, se llegó a la conclusión de que “si se tomara esa decisión, todos estarían obligados a vivir de M.A.F.I.A. Como todo se reparte en partes iguales, para que yo pueda vivir de M.A.F.I.A., vos tenés que querer y hacer todo lo que se pueda hacer”. No es algo que haya sido descartado por completo, pero al “desactivarlo” como paso obligatorio a seguir, dejó de ser “un imperativo”. Por el momento, cada uno mantiene su desarrollo individual por fuera de la estructura, pero también a través de ella y de la solidaridad resultado del trabajo grupal.
Entre los siguientes pasos, apuntan a poder generar los recursos para poder realizar una cobertura más federal y el cronista pregunta si eso implicaría sumar miembros en distintas provincias, la respuesta es que no, que se consideran un grupo cerrado. Los M.A.F.I.A. entienden que el colectivo se fue conformando de manera espontánea y con la mayor horizontalidad posible como objetivo; introducir gente nueva, explican, implicaría una formación de arriba hacia abajo en las modalidades de trabajo, rompiendo esa trama sin verticalidades. Por otra parte, argumentan, prefieren a transformarse en un espacio que tienda a la concentración ver la creación de nuevos colectivos con quienes dialogar y debatir.
Fotos: M.A.F.I.A.
2 COMENTARIOS DE LECTORES
¿QUERÉS COMENTAR?Pingback: Dossier Cultura y Nuevas Tecnologías 11 Jul, 2014
[…] M.A.F.I.A. Uno para todos y todos para uno […]
Pingback: #3 - Cultura y Nuevas Tecnologías - Sumario 16 Jul, 2014
[…] M.A.F.I.A. Uno para todos y todos para uno […]