Cine en Movimiento. El cine es más que hacer películas

Cine en Movimiento nació hace doce años y, desde entonces, recorriendo territorios a través de sus talleres de cine ha buscado llevar a la práctica su objetivo: que se entienda que hacer cine está al alcance de todos. Pero su presencia va más allá de la cuestión técnica y es también una manera de aportar herramientas para comunicar, así como también de mostrar que la profesión no está reservada para una elite.

La Asociación Civil Cine en Movimiento nació en 2002, nucleando a un grupo de cineastas con el objetivo de “acercar herramientas del lenguaje audiovisual a niños y jóvenes” (según reza la misión del proyecto en el sitio oficial de CEM). En estos últimos doce años han trabajado con sectores populares, adultos mayores, jóvenes en situación de calle, veteranos de Malvinas y hasta población carcelaria. Se podría decir – piensa el cronista – que a Cine en Movimiento, como a otros colectivos similares, lo parió la crisis del 2001: a la destrucción de todo se le opuso el impulso de reconstruir lazos.

 Sábado de un otoño bebé. Mañana. Tomar la línea B, combinar con la C, bajar en estación Independencia. Ahí el contacto es Natalia Nasep, que a su vez está esperando a Nahuel García. Partir juntos dirección a Florencio Varela. Nahuel se pierde en el camino, aunque hace años que se hace el mismo recorrido y ambos ríen porque tampoco es la primera vez del extravío. Un vecino indica seguir derecho al fondo, pero otro vecino un par de cuadras después dice que hay que doblar a la derecha. Mientras, el mate ya va y viene junto con las historias para información del cronista.

 Llegar a la parroquia, donde Martín Elsesser espera – viene de dormir poco, habiéndose enviciado con los capítulos de El Patrón del Mal -. Elsesser, además de ser parte de CEM, coordina el proyecto de la Parroquia Florencio Varela de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata y es educador en la Casita La Paloma, en San Justo. A las 10am toca el turno del Centro de Producción – elaborado con los chicos que ya llevan un tiempo haciendo talleres. Arriban Fabián, Mercedes y Elías, los tres alrededor de 18 años. Los tres son parte de lo que podría llamarse la Generación Conectar Igualdad, en función de las netbooks distribuidas por el gobierno nacional y que ya forman parte del día a día tanto dentro como fuera del aula.

 Es el fin de semana donde los docentes de provincia de Buenos Aires han aceptado la nueva propuesta de la administración de Daniel Scioli y el lunes habrán finalmente de iniciarse las clases para Elías y Fabián. Mercedes ya está en la Universidad de la Plata haciendo el ingreso a la carrera de cine y Fabián pretende seguir el mismo camino – él y Mercedes desearían trabajar en televisión -. Elías, por su parte, apunta a ser profesor de música, pero agregaría – dice – la carrera de bombero si pudiera. Mercedes cuenta que al principio no cayó del todo bien con sus padres que ella decidiera estudiar cine, porque ellos habían deseado para ella otra carrera. Cuando el cronista pregunta por qué asisten al taller, Elías responde primero y sin dudar: “Porque me despeja”.

 No hay mirada desde arriba ni la imposición de un modelo de Cine, con mayúsculas, ni solemnidad. En las charlas se intenta compartir el código. Siempre hay un ida y vuelta y la búsqueda de que los chicos se apropien de las herramientas que se les ofrecen. Se trabaja ficción, documental, animación stop motion y las temáticas van de cuestiones más serias a otras donde la idea es principalmente divertirse – y donde se nota que prima en los jóvenes realizadores la lógica del videojuego y de las series de televisión -. La constante es que el barrio y su gente siempre son el eje alrededor del cual gira todo.

 Los talleres de Cine en Movimiento se sustentan en base al financiamiento que generan o reciben quienes los convocan (así, han viajado también por las provincias). Y cada una de estas instituciones u organizaciones a su vez introducen el taller dentro de un esquema más abarcativo. En el caso de la parroquia, Elsesser explica que “tiene tres convenios con la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia de la provincia de Buenos Aires. Un convenio que es con los más pequeños – de 6 a 12 años -, otro convenio que es con los adolescentes – de 12 a 18 -, y otro convenio es dentro del marco de Responsabilidad Juvenil Penal”. El subsidio que reciben por parte del gobierno provincial – con el que tienen el acuerdo más comprehensivo – actualmente es de $600 por cada chico que asiste al establecimiento, con lo que se cubren costos, incluidos los talleres. Pero la cifra que antes alcanzaba, al no modificarse frente al aumento de los precios hoy ha implicado una reducción de las actividades programadas.

 “Muchos de los pibes vienen rebotando de un montón de instituciones”, explica Elsesser y agrega luego que también varios de estos pibes son señalados “como los chorritos del barrio, los malandras del barrio o los drogadictos del barrio”. Por eso parte de la intención actual de la parroquia es salir a mostrar que son los mismos que ahora están haciendo cine, radio, panadería.

 Además de lo producido a través de los convenios con la SNAF, la parroquia ofrece también apoyo escolar a través del programa FinEs, del Ministerio de Educación de la Nación, para terminar la secundaria. La última novedad es que con el Ministerio de Desarrollo y Acción Social de la Nación han iniciado un programa de microcréditos, porque “hay pibes que ya participaron acá en la parroquia y ya están grandes, son adultos, tienen su familia, su laburo. Y cuando pensamos en los microcréditos, pensamos en esos pibes – que algunos se han dedicado a la gastronomía, otros se han dedicado a trabajar en la feria acá en Varela, en algún momento tuvimos peluquería y ahora están cortando el pelo en el barrio -, como una prolongación de lo que venimos haciendo”

 El proyecto de la parroquia comenzó hace veinte años – CEM llegó a Florencio Varela en 2006 – y debió hacerse un lugar en el barrio. Al principio, anunciaban las actividades con pasacalles, pero ya no hace falta por “el boca a boca, la articulación con la escuela, la vinculación con la Secretaría de Niñez, con el Centro de Referencia que trabaja con los pibes que tienen conflicto con la ley penal”. También se relacionan con otras instituciones que dan talleres de oficios, lo que hace que los chicos puedan ser contenidos por una red en lugar de por un solo espacio. Llegan a la casona de diversas maneras: por recomendación de la escuela o de otra institución, por otros chicos o familiares del barrio. Empiezan por una actividad y suele darse que terminan anotándose en las demás.

 Elsesser cuenta que, desde el año pasado, tomaron la decisión de seguir más de cerca el contexto familiar, “porque nos fuimos dando cuenta que en estos últimos años las situaciones familiares se empezaron a complejizar. (…) En algunos casos, nos encontramos como obstáculo con una situación familiar de precariedad de lo habitacional, y entonces ahí es gestionar con el municipio la posibilidad de dos chapas, ladrillos. A veces se puede tener, y a veces no”. Para Elsesser, entonces su capacidad de intervención social – “como parroquia, lo social y lo pastoral, (son) dos patas fundamentales” – se ve limitada, ya que “hay otros actores del Estado que tienen que intervenir”. Asimismo, a través de la red conformada junto a instituciones y escuelas, la parroquia pudo en 2013 generar una jornada de salud trabajando en conjunto con el área de salud del municipio para poder vacunar, hacer estudios odontológicos, ginecológicos, etc. Evidencia del desafío por delante, Elsesser recuerda que al terminar la jornada, los profesionales del municipio comentaron haberse encontrado con chicos “que no tenían las vacunas básicas”.

 En el Centro de Producción se comenta que una semana atrás, el sábado previo al 24 de Marzo, desde la parroquia se organizó una “Jornada por la Memoria”. Se tomó una pared a unas cuadras del predio y se hizo un mural frente a un descampado que vienen transformando en plaza y espacio de eventos públicos. Algunos no lo vieron, así que se decide caminar hacia allá. Es un día calmo, de un sol radiante. Recorriendo las calles de tierra que alternan casas más cuidadas y sólidas con otras de materiales precarios y en mal estado, Elías y Mercedes debaten sobre el programa Progresar. En el trayecto, se suma el hermano de Fabián, que estuvo en talleres anteriores y filmó un corto sobre Malvinas. El resto del camino, Nahuel le insiste para que regrese al grupo.

 Llega el mediodía y el momento del almuerzo, donde comparten la mesa los adolescentes y los más pequeños, que con una sonrisa ayudan a poner – y luego levantar – la mesa. Siendo una parroquia, no es de extrañar que pronuncien un rezo para agradecer la comida y, tomados todos de la mano, en lugar de un Amén cierran con un fuerte “¡Buen provecho!”. Un rato después, es el turno del taller con integrantes nuevos.

 Los equipamientos son propios, aunque hay organizaciones que ya se han provisto de los suyos – como en la parroquia – y en algunos casos de mayor requerimiento que lo disponible se alquilan. Paralelamente a los talleres de cine, se sumaron también los de fotografía estenopeica – como el nuevo que comenzó en la Unidad 47 de la cárcel de José León Suárez -.

 Nahuel García dirigió en 2004 El Tren Blanco junto a su hermano Ramiro (Alejo completa el trío de hermanos García de CEM) y Sheila Pérez Giménez – ambos también miembros de CEM -. El documental fue multipremiado y seleccionado para la Sección Oficial del Festival de Berlín, uno de los más importantes del mundo. Cuando volvió de Berlín, García sintió “que había algo que me hacía ruido. Que me interesaba más esta cosa de llevar el cine donde no llega, a los sectores populares donde los pibes no pueden estudiar (cine)”. Para García el cine tiene que poder llegar y hacerse en todos lados y no una cuestión reservada para una elite. Cada tanto, siente las ganas de volver a filmar algo propio, pero dice que más fuerte es el impulso de lo que le produce trabajar en CEM. Hoy, para Nahuel el ingreso principal viene de hacer afiches en una agencia de publicidad pero, si pudiera, se dedicaría por entero a los talleres.

 Los miembros del Centro de Producción están presentes en la presentación del nuevo grupo que se arrima a la parroquia – de hecho, la idea es que paulatinamente, los jóvenes participantes de los talleres devengan ellos mismos talleristas por la experiencia y como fuente de trabajo -. Las edades van de 11 a 16 – el promedio entre 13 y 14 -, y hay sólo dos chicas frente a mayoría de varones, algunos de los cuales ya estuvieron en el taller el año pasado. Es la clase introductoria, y Natalia y Nahuel proponen varios ejercicios de introducción. Uno de los pibes es particularmente hiperkinético e interrumpe todo el tiempo, con otro que le hace la segunda. Al rato comienzan con una pasada de videos y el pibe en cuestión entra y sale constantemente, haciendo ruido. Eventualmente, uno de los chicos de segundo año interviene y le pide que la corte. Charlando luego en el viaje de regreso sobre esto, García explica que hay quienes consideran que es mejor apartar a los problemáticos para evitar que generen conflicto en el grupo; él, por el contrario, cree que no hay que dejarlos caer y busca siempre diferentes maneras de que el grupo se empodere y encuentre la forma de integrarlos.

 Natalia Nasep llegó a Cine en Movimiento por una propuesta de Ramiro García, a quien conocía por amigos en común. La propuesta fue la de implementar lo que llamaron pareja pedagógica, que consiste en que quienes dicten los talleres sean un miembro proveniente del audiovisual y otro del palo de las Ciencias Sociales. Ella trabaja en el Ministerio de Desarrollo y Acción Social de la Nación, es docente en la Universidad de La Matanza, y en el tiempo que puede se suma a dar talleres o a colaborar en lo que refiera a presentación de carpetas – al Estado, a organismos internacionales, etc – para conseguir financiamiento, becas o subsidios. Considera que “de diez años para acá, la posibilidad de presentarse, de tener financiamiento y que la cultura sea un medio de inclusión se incrementó un montón. Vos ahora tenés al Estado de compañero para trabajar con el cine en el territorio”.

 Los talleres no son eternos, y en algún momento se terminan. García cuenta que esa ruptura le cuesta, pero que prefiere concentrarse en ver lo que dejan plantado detrás. Tras finalizar un taller en Solano, uno de los chicos les preguntaba “ahora que el domingo que viene no van a estar más, ¿qué hago yo? ¿qué voy a hacer los fines de semana?”; su propia respuesta fue que pensaría en una historia para filmar. Pero no siempre el final es feliz, porque se encuentran con “pibes complejos, con un pibe que tiene millones de quilombos en la casa, miles de historias personales re-complicadas. Y vos ves que en el taller fue responsable con el laburo, y estuvo pila, que se enganchó, laburó y fue un momento de felicidad para él. Ves que se ponen contentos cuando presentan su corto, la gente los aplaude y los felicitan por el laburo que hicieron. Y después, a los cuatro meses de terminado el taller, te enterás que la vida de ese pibe puede haber terminado en cualquier cosa, y eso duele”.

 Hace un tiempo dieron un taller en Pergamino. El partido está ubicado en una de las áreas consideradas de las más fértiles del mundo. En total, supera los 110 mil habitantes, con alrededor de 95 mil en la ciudad cabecera.. La crisis del 2001, tras las medidas económicas que caracterizaron a la década del ‘90, la encontró con desempleo por el cierre de fábricas y 10% de su población con necesidades básicas insatisfechas. El auge de la soja y la estabilidad económica – con reapertura de fábricas, que son las mayores generadoras de empleo en la zona – de estos últimos ya más de diez años no impidieron la formación de secciones marginales, donde el 7% de las viviendas no llegan a estándares de instalaciones sanitarias aceptables. “Llegué. Bajé del auto, y se me acerca un pibe”, narra Nahuel, “me dice ‘¿Vos quién sos?’. Yo lo miró, así, y le digo ‘Yo soy Nahuel’. ‘¡Ah!, ¿Vos sos Nahuel?’, ‘Sí’, ‘Chupame la pija’. Así, me dijo. ‘¡Ah, la mierda!¡Qué recibimiento que me das! ¿Así me vas a recibir?’, y el pendejo se reía. Empezamos a charlar”. Tiempo después, ese mismo chico terminaba su primer cortometraje.

 Nasep cuenta que son muchos los casos de chicos – y no tan chicos, porque también ocurre con los adultos – que narran anécdotas sobre supuestos familiares o vecinos, pero que en realidad se trata de vivencias personales que no suelen ser precisamente gratas. En esos casos, analiza, el cine viene a dar la posibilidad de transformarlas en relato. “Al principio, uno llega con un montón de prejuicios – dice García – y después es todo un aprendizaje”. En esa misma dirección, Nasep insiste que incluso en los contextos de adversidad o donde los asistentes a los talleres traen una carga pesada la cuestión es que eso no se trague toda la experiencia, “tratamos que no sea sólo eso, sino poder simbolizar, poder usar la metáfora, poder destacar ‘¿qué hay de lo lindo?’, ‘¿qué nos pone alegres?’, ‘¿qué nos pone felices?’. (…) Creo que uno de los mayores éxitos de Cine en Movimiento es cuando también podes trabajar eso. Cuando decís veamos esta película, o hagamos esto, o vayamos a la universidad, contemos cómo fue el trabajo, vayamos a esta muestra, el pibe se termina posicionando de otra manera”.

 Ya sobre el final de la clase con el nuevo grupo, Nahuel y Natalia preguntan qué corto les gustaría hacer. Darío, uno de los participantes de segundo año responde que uno sobre la discriminación, y pone como ejemplo: mostrar Fuerte Apache, donde hay asesinatos y crímenes como aparece en la televisión, y después mostrar otra imagen donde aparezca la vida cotidiana que no responde a ese estereotipo. “A mí, la verdad”, concluye Nahuel, “que no hay nada que me apasione más que ver a los pibes cuando se enganchan con una historia que ellos crean y que avanzan e intentan utilizar la herramienta que es el cine para contar lo que pasa en el barrio, o en su casa”.

Foto: Diego Braude

AUTOR

DIEGO BRAUDE. Licenciado en Artes Combinadas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Periodista y documentalista. Crea y dirige Imaginación Atrapada desde 2005, proyecto seleccionado como mejor revista de teatro en los Premios Teatros del Mundo. En 2013 estrenó su largometraje documental “Fabricantes de Mundos” y desde 2011 ha escrito en el diario Página/12 y la revista Acción.

2 COMENTARIOS DE LECTORES

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  1. Pingback: EC#2 – Cultura y Comunidad – Sumario | Periodismo para artistas, gestores, emprendedores y proyectos culturales 30 Jul, 2014

    […] propio barrio Piedrabuena; fue a Florencio Varela – uno de sus tantos destinos – con Cine En Movimiento, para que cuenten sobre el taller de cine que vienen laburando desde hace 12 años con la idea de […]

  2. Raul Notta on 27 febrero, 2016

    Me gustaría publicar una experiencia cultural y educativa llamado GIRA Q GIRA realizado por la Universidad del Noroeste, Jefatura de Educacion de la Provincia de Buenos Aires y la Municipalidad a través del área de Cultura.
    Resumen.
    Se instala en la puesta de los establecimiento educativo un camión microcine y se proyecta documentales seleccionados por docentes para trabajar en la institución. Después de tres días de proyección se cierra durante toda la jornada con actividades culturales, rock, teatro, danza plástica etc.
    Si hay interés enviara en proyecto con imagenes

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